¡Hasta el año que viene! – La despedida perfecta

por firmm Team

Text: Christine Schmid

Fotos: Katharina Heyer, Jörn Selling, Sebastian Kanzler und Eduardo Montano Peralta

El 4 de noviembre se notaba muchísimo movimiento en la oficina del puerto desde la primera hora de la mañana: Tras una larguísima etapa de Levante fuerte, hoy estaban programadas las últimas salidas de esta temporada.

Todos los clientes que ya llevaban muchos días esperando una oportunidad de ver a las ballenas y delfines por fin podían participar en una salida. Para despedirnos volvimos a salir con el “viejo” firmm-SPIRIT. Ya de las primeras tres salidas tanto los clientes como nuestros guías volvían con buenas noticias, la mar estaba lisa como un espejo y se veían muchos delfines.

Por su puesto todos, voluntarios y empleados, queríamos participar en la última salida del año. Espontáneamente Nina y Oli organizaron unas galletas, y Luisa traía bizcocho para el picnic a bordo. Por fin llegó el momento, sobre las 16:30 horas volvió a entrar el SPIRIT al puerto, los clientes anteriores desembarcaron, y nosotros íbamos junto con los demás pasajeros al barco.

Aunque era un día nublado, o quizás precisamente por eso, reinaba desde el principio un ambiente muy bonito y sereno a bordo.  Al cabo de poco tiempo ya avistamos a los primeros delfines mulares, primero desde lejos. Pero no tardaron en acercarse al barco y empezaron a bucear por debajo de el.

        

También White Cap, uno de los animales que se pueden adoptar, estuvo entre ellos. Todos los pasajeros estaban encantados y admiraban  con qué elegancia se deslizaban los animales dentro y fuera del agua. En la proa incluso pudimos verlos hacer “tailing-slapping”. Inesperadamente saltó el anuncio: “¡Por favor agárrense, vamos a ir muy rápidos ahora!” – Fue el típico anuncio de cuando Katharina había encontrado  el soplo de un cachalote – estuvimos entusiasmados, ¡no habíamos esperado tener tanta suerte!

Cuando los demás también logramos ver el soplo nos quedamos aterrados al ver que el cachalote se encontraba justo en la trayectoria de un carguero grande. Tuvimos que mantener la distancia y no pudimos hacer nada cuando el buque portacontenedores navegó justo hacía la ballena. Aguantamos la respiración, el barco nos tapaba la vista, y sólo esperábamos que el animal tuviera aún tiempo suficiente para sumergirse. Descartamos la posibilidad de volver a verlo de nuevo. Pero cuando el buque se había alejado vimos unos minutos más tarde con gran alegría y alivio como la ballena volvió a emerger. Estaba ilesa y se dejó observar bien antes de sumergirse definitivamente a su manera lenta y elegante, no sin mostrarles a todos los pasajeros su impresionante aleta caudal.

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A bordo reinaba el silencio, todos seguían emocionados de la excitación y del bonito encuentro. Poco a poco seguía nuestro capitán adelante, cuando de repente salió un segundo cachalote de la nada, muy cerca de nuestro barco. También éste avistamiento fue completamente inesperado, y todos se alegraban. Casi parecía que los cachalotes supieran que aquella sería nuestra última salida, y venían a despedirse de nosotros. Nos quedamos observando a la ballena durante varios minutos mientras esa respiraba, flotando como un tronco de árbol en la superficie; se quedó justo el tiempo suficiente para poder coger el oxígeno necesario para la siguiente inmersión. Luego se fue.

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No podíamos creer la suerte que habíamos tenido y aún no habíamos asimilado lo sucedido, cuando se escuchó otra vez la voz de Katharina por los altavoces: “¡Peces saltando!”

Por todas partes al rededor del barco había grandes bancos de (probablemente) sardinas, que saltaron rápidamente y a gran altura fuera del agua. Fueron perseguidos por un grupo de atunes jóvenes, que a su vez pegaron grandes saltos en el aire. Fue un espectáculo impresionante, a pesar de que ésta vez no se trataba de mamíferos marinos sino de peces. Pronto se unían también algunas gaviotas para atacar a las sardinas desde arriba, mientras éstas seguían sufriendo el acoso de los atunes desde todas las direcciones. A lo lejos se distinguían también las aletas de algunos delfines, quienes también esperaban a los peces.

Las sardinas saltaban como podían, pero en realidad tenían pocas posibilidades de escapar. El tamaño de los bancos disminuía cada vez mas, todos querían su parte del festín. Observábamos la escena con asombro, que fue también para nosotros algo muy especial, y algunos sentíamos lástima por las sardinas que sufrían un estrés enorme. Y otra vez se escuchó el grito repentino e inesperado “¡cachalote!”, ésta vez de la boca de nuestra voluntaria Regine  desde la popa de la embarcación. Aquel ya era el tercero durante este incomparable último viaje del año.

Fue un final bonito y apaciguador poder ver tras la violenta persecución de los atunes como se sumergía lentamente el cachalote. Justo después comenzamos el camino de vuelta a Tarifa, acompañados por los saludos de algunas aletas de delfin. Poco antes de la puesta del sol atracamos en nuestro pantalán y desembarcamos felices. ¡Había sido la última salida perfecta, no podríamos haber pedido nada mejor! Ahora podemos irnos a descansar tranquilamente durante el invierno y esperar con ilusión el reencuentro con los delfines y ballenas del Estrecho de Gibraltar en la próxima primavera.

¡Esperamos poder volver a veros a todos entonces! ¡De nuevo muchas gracias a todos nuestros maravillosos visitantes que nos habían acompañado  también durante este año en muchas salidas apasionantes!

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